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EL CURSO DEL TREN



Escribir sobre finanzas obliga a realizar un análisis que involucra tanto la obsolescencia programada como la percibida que más allá de ser una estrategia de mercadeo es el principal factor de destrucción masiva que se haya visto en la tierra, no obstante, e independiente de la realidad desoladora, se debe reconocer a las finanzas como una herramienta de apalancamiento de flujos de dinero, la cual según el estadounidense y Premio Nobel de Economía Robert C. Merton, “no es más que la distribución de los recursos escasos a través del tiempo”[1], y si se analiza detenidamente se hallara sentido toda vez la intensión de la moneda es que sea rotativa, que circule y por ende agilice los movimientos económicos de un país.


Ahora bien, si las condiciones de vida marcan el futuro de las generaciones y las oportunidades para obtener capital son escasas, no hay mayor opción que el uso de créditos y con ellos el pago desmedido de intereses que en mano de personas sin formación financiera solo terminan en pasivos abismales, a eso sumado que sin importar las cantidades de dinero que reciban mensualmente, este se derrite como azúcar en una tasa de agua, el panorama se va tornando gris, y esto tiene una explicación, y viene desde su genética, si señores su genética consumista que las lleva a ser parte de un comercio arbitrario de comprar desechar y remplazar, el ciclo repetitivo, la estrategia de mercadeo más arbitraria que se haya inventado en la historia pero el método más efectivo para apalancar la economía.


Y es que más que una estrategia de comercialización pareciera que el objetivo de esta cadena financiera fuera el de obtener una montaña de basura como adorno a cada rincón del mundo, porque insertar la necesidad de consumir solo conlleva a la acumulación de objetos que por su vida útil estratégicamente corta deben ser desechados, ¿corremos contra reloj? ¿acumuladores por necesidad o vanidad? ¿somos solo esclavos de un sistema en crisis? Sera este el pleno ejemplo de lo que se puede denominar como el “maquillaje de las finanzas “? El cual no es más que una estrategia para hacer ver al mundo que el ciclo económico debe basarse en el consumismo desmedido, en resumidas cuentas, si fuere así, se concluiría que el hombre vino al mundo solo a destruirlo.


De otro lado según Razmig Keucheyan profesor de sociología de la Universidad de la Sorbona París: “por finanzas medioambientales se entiende el conjunto de productos financieros “vinculados” a la naturaleza, los más conocidos son los mercados de derechos de emisión de carbono”. Y es que en el tema del carbono aparecen los bonos y los mismos han sido denominados “catástrofe” porque se asocian a eventos naturales que todavía no han ocurrido, pero que es posible, aunque no seguro que ocurran, y de las que se sabe que ocasionarán daños materiales y humanos de consideración[2]. Su funcionamiento es sencillo una compañía de seguros o un Estado emite una obligación a través de un banco de inversiones, obligación que este último vende a los inversores interesados.


Como ocurre con cualquier bono u obligación, la compañía de seguros o el Estado paga intereses a los inversores a cambio del dinero que estos le prestan. Si ocurre la catástrofe dentro de unas coordenadas especiales y temporales delimitadas mediante contrato, los inversores pierden el dinero invertido que se utilizará para indemnizar a los damnificados. En cambio, si la catástrofe no se produce, los inversores recuperan el principal y conservan los intereses percibidos. El vencimiento de estos títulos, es decir, el plazo de vigencia del préstamo durante el que se pagan intereses, suele ser de tres a cinco años.[3] Hasta el momento parecen funcionar pero con este documento pretendo ir más allá de una explicación teórica.


Y por lo tanto defino a las “finanzas medioambientales” como el buen uso del recurso económico, planificación, control y equilibrio financiero, el cual debe ser amigable con el medio ambiente,[4] no obstante más que entenderlo, aplicarlo es lo verdaderamente complejo, por lo mismo se requiere con urgencia de una formación financiera la cual permitirá la disminución tanto del consumo como del impacto sobre el medio ambiente, claramente esto traerá como consecuencia todo un cambio de estilo de vida en la que prevalecen las inversiones y se tiene más cuidado frente a la adquisición de pasivos, la formación financiera abarca desde la cotidianidad de un hogar hasta la dirección administrativa de una empresa logrando así un ejercicio cíclico de beneficios comunitarios.


Pero el interrogante más preocupante es: ¿si bien en cierto las finanzas ambientales son el medio para detener esta destrucción planetaria quienes estarán dispuestos a asumir su formación y ser parte de esta nueva generación? Quizá sea momento de recordar que “El que todo lo tiene poco lo valora; el que todo lo pierde todo lo extraña”[5]. Tendremos que perder todo para sentarnos a extrañar? ¿O ha llegado el momento de girar el curso del tren?

[1] Autor: Premio Nobel de Economía Robert C. Merton

[2] Razmig Keucheyan profesor de sociología de la Universidad de la Sorbona París

[3] Articulo Marxismo y sociología hoy. El caso de las “finanzas medioambientales”

[4] Autor: Especialista en Finanzas Liliana Mora Cifuentes

[5] Autor: Especialista en Finanzas Liliana Mora Cifuentes


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